Mostrando entradas con la etiqueta Tulipa sylvestris subsp. australis. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Tulipa sylvestris subsp. australis. Mostrar todas las entradas

martes, 14 de abril de 2015

TULIPA SYLVESTRIS SUBSP. AUSTRALIS (Tulipán silvestre) EN CALASPARRA, YECLA Y MORATALLA. Fotos de marzo a mayo


Etimología: el nombre genérico es una latinización del nombre turco tuilpan con el que los turcos designaban a los tulipanes en el s. XVI y que se relaciona con el nombre de tülbant (=turbante), ya que la flor recuerda la forma de un gorrito dálmata. El epíteto específico proviene del nombre latino sylva (=selva, bosque) ya que se trata de plantas que  crecen en ambientes boscosos.

Hábitat: pastizales en suelos pedregosos, herbazales, prados, claros de matorral o bosque, grietas de roca, de ambientes litorales a zonas montanas, principalmente en substratos básicos, con frecuencia algo nitrificados y alterados.

Distribución: Europa (naturalizada en el N) W de Asia y N de África, naturalizada en Norteamérica. Distribuida por casi toda la Península, excepto en el extremo NW, con mayor frecuencia en los territorios calizos.

Floración: de marzo a junio

Figura de protección: Especie objeto de Gestión

Curiosidades botánicas: para ver esta planta en flor en su hábitat natural hay que buscarla en las horas centrales del día y primeras de la tarde, cuando el sol más aprieta, ya que el resto del tiempo suele estar cerrada y debido a su pequeño tamaño es dificil de ver. Los tulipanes cultivados de parques y jardines han sido obtenidos a partir de las especies silvestres (hasta las 150 especies e innumerables variedades y razas actuales)  a través del mejoramiento genético que los floricultores han venido realizando desde el siglo XVI cuando en Holanda se popularizó el cultivo y comercio de esta flor, traída desde Turquía. A partir de ahí la importancia de esta flor fue creciendo al ritmo de la Edad de Oro holandesa hasta que a mediados del siglo XVII provocaron la primera burbuja económica ya que, a medida que se adquirían más y más bulbos, su precio aumentó tanto que comenzaron a utilizarse como si fueran dinero, hasta causar una crisis del mercado, suponiendo la ruina de muchos inversores.